‘Honda is unique’, así funciona el peculiar sistema híbrido i-MMD del Honda CR-V Hybrid
Honda es una marca que siempre se ha caracterizado por hacer las cosas de forma peculiar, con mucho estudio y tecnología para llegar a resultados diferentes a la generalidad del mercado. El ejemplo más famoso es el de su primer motor diésel, desarrollado por Kenichi Nagahiro. Debido a su rechazo hacia los motores alimentados por gasoil, se las ingenió para crear un propulsor diésel muy elástico, suave y silencioso, es decir, muy parecido a un motor de gasolina.
Pero hay más, como la tecnología IMA del sistema híbrido del Honda Insight lanzada en el año 1999 -el primer híbrido en comercializarse en Europa- o el CR-Z, un pequeño coupé híbrido… ¡con cambio manual!
Y ahora, Honda ha presentado su CR-V híbrido y, como no podía ser de otra forma, tiene un sistema híbrido muy peculiar. Por cierto, es el único SUV híbrido en el que las versiones 4×4 cuentan con un embrague multidisco para el reparto de tracción al eje trasero, en vez de un motor eléctrico sólo para el eje trasero.
i-MMD: intelligent Multi-Mode Drive
Este sistema híbrido está compuesto por un motor de gasolina de ciclo Atkinson de dos litros que desarrolla una potencia máxima de 145 CV y un par motor máximo de 175 Nm. A este motor se suma un generador eléctrico y un propulsor eléctrico muy potente, de 184 CV de potencia y un par máximo de 315 Nm.
Hasta aquí todo es más o menos ‘normal’, pero su disposición y la existencia de un embrague que acopla o no el motor de combustión con la transmisión es lo que le hace curioso. Vamos a explicar los diferentes modos de conducción para comprender su funcionamiento.
EV Drive (modo eléctrico)
El motor eléctrico toma la energía almacenada en la batería para mover el vehículo de forma única, sin ayuda del motor de combustión, que en este caso permanece parado. Este modo se activa principalmente en las salidas suaves desde parado, rodando a baja velocidad y en momentos de poca carga, es decir, cuando pedimos poco empuje al motor.
Hybrid Drive (modo híbrido)
Este es el modo que utilizamos la mayoría del tiempo durante una conducción normal del vehículo. En un híbrido más convencional los propulsores ‘unen esfuerzos’ para mover el vehículo, pero en el CR-V no es así. En realidad, el funcionamiento es similar al de un vehículo eléctrico de autonomía extendida cuando ya ha agotado la carga de su batería.
En este modo, el motor de combustión mueve el generador. Con la energía eléctrica generada se mueve el motor eléctrico y, si se genera más de la necesaria, se almacena en la batería. Es decir, no hay una unión física entre el motor de gasolina y la transmisión.
Engine Drive (modo combustión)
En este modo entra en juego el mencionado embrague, que acopla el motor de gasolina con el sencillo sistema de transmisión compuesto simplemente por un único engranaje reductor… Efectivamente, no hay marchas. Esto es así porque este modo se utiliza sólo al rodar a alta velocidad.
En principio el movimiento sólo se realiza gracias al motor de gasolina, pero el eléctrico puede ayudar en determinadas circunstancias (como en un híbrido más convencional).
Honda inicia su apuesta por la movilidad eléctrica con el CR-V híbrido. Lo conducimos
¿Por qué este funcionamiento diferente?
Honda apuesta por este peculiar sistema híbrido porque así se consigue una optimización de las prestaciones de los dos motores. A alta velocidad es donde el motor de gasolina resulta más eficiente y, en el modo híbrido, el propulsor de combustión puede trabajar en sus condiciones óptimas. En un motor de ciclo Atkinson la mayor eficiencia se consigue a medio régimen y plena carga, una situación que se puede obtener con la resistencia que ofrece el generador.
De esta forma, el CR-V es capaz de lograr unas cifras más que interesantes para tratarse de un SUV de 4,6 metros de largo, 1,68 de alto y un peso a partir de 1.600 kilos.
Acelera de 0 a 100 kilómetros hora en 8,8 segundos, su velocidad máxima es de 180 kilómetros por hora y homologa un consumo medio de 5,3 litros a los cien kilómetros en versiones 4×2. Los 4×4 pesan unos 60 kilos más aceleran 0,4 segundos más lentos y elevan sólo dos décimas el consumo, dejando el registro en 5,5 litros de media.